tag:blogger.com,1999:blog-86515370520214696072024-02-26T17:34:16.947+01:00Rafael Novoa Blanco¿Te gusta leer?RAFAEL NOVOA BLANCOhttp://www.blogger.com/profile/07549130957524805559noreply@blogger.comBlogger8125tag:blogger.com,1999:blog-8651537052021469607.post-84777914321380390842020-09-04T19:09:00.002+02:002020-09-04T19:50:37.402+02:00<p> MI HERMANO</p>
<p class="MsoBodyText2" style="line-height: 150%;"><span color="" style="mso-bidi-font-weight: normal;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoBodyText2" style="line-height: 150%; text-indent: 35.45pt;"><span color="" style="font-weight: normal;">Nunca le perdoné a mi hermano
gemelo que me abandonara durante siete minutos en la barriga de mamá, y me
dejara allí, solo, aterrorizado en la oscuridad, flotando como un astronauta en
aquel líquido viscoso, y oyendo al otro lado cómo a él se lo comían a besos.
Fueron los siete minutos más largos de mi vida, y los que a la postre
determinarían que mi hermano fuera el primogénito y el favorito de mamá. Desde
entonces salía antes que Pablo de todos los sitios: de la habitación, de casa,
del colegio, de misa, del cine ─aunque ello me costara el final de la
película─. Un día me distraje y mi hermano salió antes que yo a la calle, y
mientras me miraba con aquella sonrisa adorable, un coche se lo llevó por delante.
Recuerdo que mi madre, al oír el golpe, salió de la casa y pasó ante mí
corriendo y gritando mi nombre, con los brazos extendidos hacia el cadáver de
mi hermano. </span></p><p class="MsoBodyText2" style="line-height: 150%; text-indent: 35.45pt;"><span color="" style="text-indent: 35.45pt;">Yo nunca la saqué del error.</span></p>
<p class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-indent: 35.45pt;"><br /></p>RAFAEL NOVOA BLANCOhttp://www.blogger.com/profile/07549130957524805559noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8651537052021469607.post-33458167327533377972020-08-30T13:13:00.001+02:002020-08-30T13:20:36.636+02:00<p> </p><p align="center" class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-align: center;"><span color="" face="" lang="" style="font-size: 12pt; font-weight: normal; line-height: 150%;">ENTROPÍA<o:p></o:p></span></p>
<p align="center" class="MsoBodyText" style="text-align: center;"><span color="" face="" lang="" style="font-size: 12pt; line-height: 200%;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-indent: 35.4pt;"><span color="" face="" lang="" style="font-size: 12pt; font-weight: normal; line-height: 150%;">¿Te acuerdas cómo nos conocimos? Cinco de la
tarde. Llovía como si Dios se hubiera dejado un grifo abierto. Y tú allí, a la
intemperie, empapada bajo la cortina de agua, esperando que el hombre de la
cabina telefónica se apiadara de ti y colgara, pero no lo hizo. Así que abriste
la puerta con cierta brusquedad y le preguntaste si aún le faltaba mucho. Yo me
volví lentamente con una humeante taza de café en la mano y te dije: «Vivo aquí».
Tu ira se transformó en risa, una risa fácil y deliciosa<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>que fue, durante un tiempo, un punto de
cordura en mi caótica existencia. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-indent: 35.4pt;"><span color="" face="" lang="" style="font-size: 12pt; font-weight: normal; line-height: 150%;">Recuerdo cómo reías cuando se me ocurrió
tomar la sopa de letras con el diccionario a mano, por miedo a tragar una
errata; o cuando buscaba en tu cuerpo desnudo longitudes y latitudes con el
compás de mis dedos; y no digamos cuando me ponía a la tarea de inventariar tu
piel clasificando pecas, lunares y cicatrices por tamaños y colores. También
reíste cuando te informé que la señora Sí, embarazada del señor No, había
tenido un Quizás; y el día que te dije que sazonaba las comidas con la sal de
mis lágrimas; o cuando te confesé que a veces te abrazaba para no caerme por el
borde del planeta. ¡Cómo reías! <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoBodyText" style="line-height: 150%;"><span color="" face="" lang="" style="font-size: 12pt; font-weight: normal; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>En
cambio te disgustaba que algunas noches las pasara ante el espejo hablándole a
ese hombre que me mira, ya sabes, el que me dijo que un día vio a Abel perplejo
en el entierro de Caín, al pusilánime de Romeo en el de Julieta y a nadie en el
mío; solo un ciprés tieso como una columna, con la copa clavada en el cielo y
las raíces en mi ataúd, absorbiéndome los humores del cuerpo como un vampiro.
Tampoco soportabas que por la calle caminara hacia atrás, intentando regresar
al pasado para volver a conocerte y advertirte sobre mí; o que rompiera a
llorar de nostalgia al recordar el vientre materno; o en ocasiones dejara de
respirar hasta el desmayo, subyugado por el viaje de ida y vuelta a la muerte. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoBodyText" style="line-height: 150%;"><span color="" face="" lang="" style="font-size: 12pt; font-weight: normal; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Ahora
ya no me quieres, y me condenas a la periferia de tu persona mientras otros más
cuerdos que yo abren la puerta de tu piel y entran hasta la cocina. Y mi amor,
huérfano de ti, vaga sin rumbo por solitarios callejones neuronales, huyendo de
la inclusa de la aburrida lógica, con la foto borrosa de tu persona pegada en cada
fachada del barrio de mi cerebro.<o:p></o:p></span></p>RAFAEL NOVOA BLANCOhttp://www.blogger.com/profile/07549130957524805559noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8651537052021469607.post-14880139715812546782020-08-30T09:54:00.000+02:002020-08-30T13:03:40.202+02:00<p> </p><p align="center" class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-align: center;"><span style="color: windowtext; font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 20.0pt; font-weight: normal; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES;">MOSCAS<o:p></o:p></span></p>
<p align="center" class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-align: center;"><span style="color: windowtext; font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 20.0pt; font-weight: normal; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES-TRAD" style="color: windowtext; font-family: "Arial","sans-serif"; font-weight: normal;">Sherman ignoraba cuándo había empezado todo, también el
motivo de la extraña simbiosis, pero el caso es que, en un momento dado, aquellas
moscas azules, que refulgían al sol como aguamarinas y que a saber de dónde
habían salido, parecieron ponerse de acuerdo en acompañarlo a todas partes.
Aunque lo peor estaba por llegar, porque al pasar de los días, las repugnantes
moscas fueron aumentando en número y las personas comenzaron a quejarse.
Primero se quedó sin trabajo, después sin amigos. La gente por la calle se
apartaba al verlo venir con semejante enjambre azul a su alrededor; y pronto le
prohibieron la entrada en restaurantes, cines y supermercados. Un día llegó a
casa y encontró una nota de su mujer: «Lo siento, Sherman, pero no aguanto más
esta situación. Vivir contigo es como estar en un vertedero. Me voy con los niños».
Al final todos le abandonaron menos las moscas. Ellas no. Lo seguían a todas
partes con una fidelidad y devoción que daba miedo. A veces se rezagaban sobre
un cubo de basura, los excrementos de un perro o la gomina de algún ejecutivo;
pero al cabo alzaban el vuelo y le daban alcance allá donde estuviera. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoBodyText" style="line-height: 150%;"><span lang="ES-TRAD" style="color: windowtext; font-family: "Arial","sans-serif"; font-weight: normal;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>«No le encuentro síntoma alguno de
enfermedad. Y es usted un hombre aseado. Esto escapa a mis conocimientos ─le
dijo el doctor Chandler, mientras apartaba las moscas a golpe de radiografía,
para añadir después─: ¿Ha probado con insecticida?» Sí, Sherman ya había
probado con eso, pero morían unas y aparecían otras. Lo comprobó el día que se
encerró en casa y dejó el suelo alfombrado de color azul una vez vaciados dos
botes de insecticida, exterminándolas a todas. Y aunque después decidió no
salir en una temporada, esperando que el problema se fuera como había venido, a
la mañana siguiente del exterminio, los vecinos se presentaron en su puerta
para protestar por el enjambre de moscas que rodeaba el edificio, como si este
fuera un enorme zurullo.<span style="mso-spacerun: yes;"> </span><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoBodyText" style="line-height: 150%;"><span lang="ES-TRAD" style="color: windowtext; font-family: "Arial","sans-serif"; font-weight: normal;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Desesperado, terminó visitando a un
hechicero. Aquel hombrecillo oscuro y marchito, que olía a vómito y masticaba
sin nada en la boca, después de escuchar su historia, lo agarró de una mano y
lo sacó al patio exterior de la casa. Parados bajo el sol esmerilado de la
tarde y en medio de la nube azul y zumbona, lo mandó mirar al suelo y dijo:
«Ahí tiene el origen de su problema, querido amigo: hace tiempo que arrastra el
cadáver de su sombra».<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoBodyText" style="line-height: 150%;"><span lang="ES-TRAD" style="color: windowtext; font-weight: normal;"><o:p> </o:p></span></p>
<p align="center" class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-align: center;"><span lang="ES-TRAD" style="color: windowtext; font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; font-weight: normal; line-height: 150%;"><o:p> </o:p></span></p>
<p align="center" class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-align: center;"><span lang="ES-TRAD" style="color: windowtext; font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; font-weight: normal; line-height: 150%;"><o:p> </o:p></span></p>RAFAEL NOVOA BLANCOhttp://www.blogger.com/profile/07549130957524805559noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8651537052021469607.post-37446285592103512542020-08-30T09:41:00.001+02:002020-08-30T13:04:39.910+02:00<p> </p><p align="center" class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: center;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 16.0pt; line-height: 200%;">CALPURNIA<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span><o:p></o:p></span></p>
<p style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin: 0cm; text-align: justify; text-indent: 35.4pt; vertical-align: baseline;"><span style="border: none windowtext 1.0pt; font-family: "Arial","sans-serif"; mso-border-alt: none windowtext 0cm; padding: 0cm;">«Tienes
el cielo en los ojos», le dijo el forastero mientras Calpurnia lo desnudaba con
la dulzura de una madre. Era la puta del pueblo, y una puta peculiar. Si te
subías a su cama no pagabas ni un centavo. Solo cobraba a los hombres de los
que se enamoraba, porque el amor, decía, le despertaba un apetito desordenado
que costaba plata satisfacer.</span><span style="font-family: "Verdana","sans-serif";"><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-autospace: ideograph-numeric ideograph-other; text-indent: 35.4pt; vertical-align: baseline;"><span style="border: none windowtext 1.0pt; font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-border-alt: none windowtext 0cm; mso-fareast-language: ZH-TW; padding: 0cm;">En la taberna, todos presumían de haber pagado
alguna vez; sin embargo, ella hacía meses que vivía de la caridad de las
esposas agradecidas, hartas de soportar las babas de sus estúpidos maridos.</span><span style="font-family: "Verdana","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-fareast-language: ZH-TW;"><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-autospace: ideograph-numeric ideograph-other; text-indent: 35.4pt; vertical-align: baseline;"><span style="border: none windowtext 1.0pt; font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-border-alt: none windowtext 0cm; mso-fareast-language: ZH-TW; padding: 0cm;">Aquella noche, Calpurnia entró en el local y pidió
un filete con patatas, dos huevos fritos y una botella de vino. Los clientes se
miraron buscando al afortunado; hasta que entró aquel guapo forastero que, tras
demorar una mirada de amor en la prostituta, invitó a todos a una ronda antes
de partir, cosa que hizo después de besar a la afortunada, con la promesa de
regresar a por ella al día siguiente.</span><span style="font-family: "Verdana","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-fareast-language: ZH-TW;"><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-autospace: ideograph-numeric ideograph-other; text-indent: 35.4pt; vertical-align: baseline;"><span style="border: none windowtext 1.0pt; font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-border-alt: none windowtext 0cm; mso-fareast-language: ZH-TW; padding: 0cm;">Esa madrugada, las mujeres del pueblo enterraron el
cadáver del forastero en el maizal, como de costumbre.</span><span style="font-family: "Verdana","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-fareast-language: ZH-TW;"><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><o:p> </o:p></span></p>
<p align="center" class="MsoBodyText2" style="text-align: center;"><span lang="ES-TRAD" style="color: windowtext; font-family: "Times New Roman","serif"; font-weight: normal; mso-ansi-language: ES-TRAD;"><o:p> </o:p></span></p>RAFAEL NOVOA BLANCOhttp://www.blogger.com/profile/07549130957524805559noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8651537052021469607.post-39399014393651661742020-08-30T09:38:00.006+02:002020-08-30T13:05:23.503+02:00<p> </p><p align="center" class="MsoBodyText2" style="text-align: center;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-size: 24px;">RAMIRO</span></span></p>
<p align="center" class="MsoBodyText2" style="text-align: center;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 20.0pt; line-height: 200%; mso-ansi-language: ES-TRAD;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoBodyText2" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><b><span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 200%; mso-ansi-language: ES-TRAD;"><o:p> </o:p></span></b></p>
<p class="MsoBodyText2" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Arial","sans-serif"; mso-ansi-language: ES-TRAD;">Entusiasmada
como estaba, dándole gracias a este espléndido cuerpo mío por haber atraído la
mirada de un millonario, que me brindaría la oportunidad, durante el resto de
mi vida, de hacer lo que más me gusta (nada), tardé un tiempo en darme cuenta
de que no me había casado con un hombre, sino con un sombrero que llevaba un
hombre debajo. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoBodyText2" style="text-align: justify;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Arial","sans-serif"; mso-ansi-language: ES-TRAD;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Paco
adoraba aquel sombrero. Lo cuidaba como oro en paño. Estaba tan nuevo que
siempre parecía que lo había comprado el día anterior. Solo se lo quitaba para
ducharse y para dormir, y lo hacía con pesar, como si pudiera oír el llanto de
aquel trozo de fieltro. Lo llamaba <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Ramiro</i>.
El día que me lo dijo lo tomé a broma y solté una carcajada. Ofendido, tardó un
mes en dirigirme la palabra. Estoy segura de que si le hubiera dado a escoger
entre el jodido sombrero y nuestro matrimonio, me hubiera dicho: «<i style="mso-bidi-font-style: normal;">Ramiro</i> y yo te echaremos de menos,
querida». <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoBodyText2" style="text-align: justify;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Arial","sans-serif"; mso-ansi-language: ES-TRAD;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>La
liturgia diaria frente al espejo era digna de verse. El corte semanal le daba a
su cabello la uniformidad de una moqueta, algo indispensable para que la cabeza
penetrara en el sombrero hasta un punto determinado, en un acoplamiento suave y
pendular <i style="mso-bidi-font-style: normal;">cuasipornográfico</i>, tras el
que se observaba de frente y de perfil, con una estúpida sonrisa de
aquiescencia, mientras sobaba con sus dedos enguantados en hilo las alas de su
tesoro, antes de despedirse con un: <span style="mso-bidi-font-style: italic;">Ramiro
<i>y yo nos vamos a la oficina</i>,</span> <span style="mso-bidi-font-style: italic;">Ramiro <i>y yo nos vamos al fútbol</i></span><i style="mso-bidi-font-style: normal;">, </i><span style="mso-bidi-font-style: italic;">Ramiro<i> y yo nos vamos
al club</i></span><i style="mso-bidi-font-style: normal;">.</i> Y allá que se iba
Paco, tieso, con el culo apretado y el paso cauteloso de un funambulista, como
si en vez de sombrero llevara sobre la cabeza la Santísima Trinidad.<span style="mso-spacerun: yes;"> </span><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoBodyText2" style="text-align: justify;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Arial","sans-serif"; mso-ansi-language: ES-TRAD;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Un
día le pregunté: «Paco, mi amor, el día que te mueras, que Dios quiera sea
dentro de muchos años y que yo no lo vea, pero Paco, mi amor, cuando te mueras,
¿querrás que te entierren con <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Ramiro</i>?».
Lo recuerdo mirándome con aquellos ojos de besugo mientras me decía: «A ver,
Irene, ¿la Tierra es redonda?».<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoBodyText2" style="text-align: justify;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Arial","sans-serif"; mso-ansi-language: ES-TRAD;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Mi
subconsciente debió de hartarse de Paco antes que yo, porque sin proponérmelo,
un día me encontré comprando un sombrero idéntico al de él, pero media talla
menor, detalle que camuflé pegando la talla del suyo en el nuevo. Cuando se lo
puso aquella mañana frente al espejo, rumió un rato hasta que dijo: «¿No notas
distinto a <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Ramiro</i>?» Viéndome perdida,
respondí: «En eso se basan las relaciones duraderas, Paco, en descubrir cosas
nuevas del otro».<span style="mso-spacerun: yes;"> </span><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoBodyText2" style="text-align: justify;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Arial","sans-serif"; mso-ansi-language: ES-TRAD;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>En
tres meses, tres sombreros, cada uno media talla menor que el anterior, pero en
todos ellos pegada la talla del suyo. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoBodyText2" style="text-align: justify;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Arial","sans-serif"; mso-ansi-language: ES-TRAD;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Empezó
una peregrinación por médicos, psicólogos y curanderos; y aunque todos le
aseguraban lo contrario, él se empeñaba en que le estaba creciendo la cabeza. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoBodyText2" style="text-align: justify;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Arial","sans-serif"; mso-ansi-language: ES-TRAD;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>La
mañana que estrenó el cuarto sombrero regresó antes de doblar la esquina,
pálido como el mármol y con él en la mano. Tartamudeando, dijo que un golpe de
aire se lo había arrancado de la cabeza —¡cosa inaudita!—, y que esa era la
prueba definitiva. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoBodyText2" style="text-align: justify;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Arial","sans-serif"; mso-ansi-language: ES-TRAD;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Se
encerró en casa y dirigía sus negocios por teléfono. Se negaba a salir porque
no quería que la gente lo señalase por la calle como a un monstruo cabezudo.
Con el cuadro de ansiedad llegaron las cefaleas y comenzó a atiborrarse de
analgésicos y antiinflamatorios por el día, y luego no dormía por las noches,
midiendo la casa a pasos largos y apretándose la cabeza con un cinturón, como
si intentara comprimirla. Las verificaciones continuas del perímetro del cráneo
con el metro costurero hubieran convencido al más hipocondríaco, pero no a
Paco, porque su cabeza no entraba en <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Ramiro</i>,
y <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Ramiro</i> no mentía, él no. Pobre
angelote. La verdad es que, de tanto como se lo oía decir, hasta yo le empezaba
a ver cabezón.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoBodyText2" style="text-align: justify;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Arial","sans-serif"; mso-ansi-language: ES-TRAD;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Un
día me desperté en plena madrugada y lo encontré en el cuarto de baño, frente
al espejo. El alma cándida se había afeitado la cabeza como un monje tibetano y
trataba de enroscarse el sombrero en ella como si fuera una tuerca, llorando a
moco tendido y diciendo: «¡Por el amor de Dios, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Ramiro</i>, pon algo de tu parte, coño!». <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoBodyText2" style="text-align: justify;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Arial","sans-serif"; mso-ansi-language: ES-TRAD;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Una
semana después lo encontré muerto en la cocina. Desesperado, había pedido por
Teletienda un garrafón del brebaje de esos jíbaros reductores de cabezas y se
lo había bebido de una sentada. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoBodyText2" style="text-align: justify;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Arial","sans-serif"; mso-ansi-language: ES-TRAD;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Que
Dios me perdone, pero no cumplí su deseo. Y es que nadie puede culpar a una
apenada viuda de querer conservar un recuerdo de su marido. Por eso, el día que
lo enterraron, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Ramiro</i> se quedó en el
perchero.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoBodyText2" style="text-align: justify;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Arial","sans-serif"; mso-ansi-language: ES-TRAD;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Ya
hace un año de esto. La vida sigue y me he vuelto a casar. Ernesto es un
encantador vicepresidente de no sé qué empresa petrolífera. Y aunque al
principio era reacio, acabé por convencerlo de lo guapo..., de lo guapísimo que
está de sombrero.<o:p></o:p></span></p>RAFAEL NOVOA BLANCOhttp://www.blogger.com/profile/07549130957524805559noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8651537052021469607.post-49799350443118096912020-08-30T09:33:00.000+02:002020-08-30T13:06:12.285+02:00<p> </p><p align="center" class="MsoBodyText2" style="line-height: normal; text-align: center;"><o:p> </o:p></p>
<p align="center" class="MsoBodyText2" style="line-height: normal; text-align: center;"><a href="mailto:iusiero@iusiero.org"></a><span style="color: windowtext; font-weight: normal;">EL EXPLORADOR<o:p></o:p></span></p>
<h1 style="text-align: justify;"><br /></h1>
<h1 style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span lang="ES-TRAD" style="color: windowtext; font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; font-weight: normal; line-height: 150%;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Tumbado de espaldas en algún punto del
desierto de Libia, espero la muerte mirando al cielo —que parece de
celofán—.<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>De pronto, una nube negra como
lomo de ballena rompe el horizonte. La espero de pie, las piernas abiertas para
afianzarme mejor sobre el mar de arena (como Cristo sobre el lago Tiberiades),
la nube pasa y me sobrepasa sin mojar mis labios cuarteados; la sigo durante
horas, a través de las dunas, dejando huellas fugaces. Al cabo llego a un
palmeral que esconde un oasis: un punto verde y umbilical en el desierto. Quizá
sean las Marismas de las Tortugas de que habla Ptolomeo, o el oasis de Zerzura.
Un alminar se yergue entre los jardines borrachos de aromas diferentes, y el
almuédano eleva su plegaria al cielo de celofán. La nube se para y extiende
hasta el vergel una cortina de agua; abro la boca, bebo, el agua sabe a azahar
y a espliego; me lava la cara de arena y lágrimas y bruñe mis ojos quemados.
Sí, es el lugar, el que tanto busqué. <o:p></o:p></span></h1>
<h1 style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES-TRAD" style="color: windowtext; font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; font-weight: normal; line-height: 150%;">Allí de pie, con el alma empapada, decido
cometer el pecado más abominable de un explorador: quedarme para siempre y
callar.<o:p></o:p></span></h1>RAFAEL NOVOA BLANCOhttp://www.blogger.com/profile/07549130957524805559noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8651537052021469607.post-8143324102843931002020-08-30T09:27:00.000+02:002020-08-30T13:06:49.446+02:00<p> </p><p align="center" class="MsoBodyText2" style="text-align: center;"><span style="color: windowtext; mso-bidi-font-weight: normal;">RELACIONES FUGACES</span><span style="color: windowtext; font-weight: normal;"><o:p></o:p></span></p>
<p align="center" class="MsoBodyText2" style="text-align: center;"><span style="color: windowtext; font-weight: normal;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoBodyText2" style="line-height: 150%;"><span style="color: windowtext; font-weight: normal;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Suena el teléfono, lo descuelgo.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoBodyText2" style="line-height: 150%;"><span style="color: windowtext; font-weight: normal;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—¿Diga?<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoBodyText2" style="line-height: 150%;"><span style="color: windowtext; font-weight: normal;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—¿Randa? Soy yo, tesoro. Ya estoy en la
M-30. El tráfico está espeso como las lentejas que hace tu madre —reprimo una
carcajada—. De todas formas, estaré ahí en quince minutos.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoBodyText2" style="line-height: 150%;"><span style="color: windowtext; font-weight: normal;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—De acuerdo —le digo.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoBodyText2" style="line-height: 150%;"><span style="color: windowtext; font-weight: normal;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—No quiero que me recibas desnuda como
la última vez —me pide.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoBodyText2" style="line-height: 150%;"><span style="color: windowtext; font-weight: normal;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—¿Entonces? —le pregunto.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoBodyText2" style="line-height: 150%;"><span style="color: windowtext; font-weight: normal;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Déjate los pendientes puestos, el
tiempo ha refrescado —me dice con voz de arena.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoBodyText2" style="line-height: 150%;"><span style="color: windowtext; font-weight: normal;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Es así como voy ahora vestida —le
informo, sintiendo arder las mejillas y el mistral trepar por mi espalda como
una enredadera.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoBodyText2" style="line-height: 150%;"><span style="color: windowtext; font-weight: normal;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Pues dile a tu piel que la espera ha
concluido, porque mis labios ya están a siete semáforos de distancia —me dice
antes de colgar.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoBodyText2" style="line-height: 150%;"><span style="color: windowtext; font-weight: normal;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Me retiro
del teléfono con una sonrisa en mis fruncidos labios, y sin ningún
remordimiento por haberle mentido a un desconocido. Y es que cuando pasas de
los sesenta años, los hombres solo te llaman por equivocación.<span style="mso-spacerun: yes;"> </span><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoBodyText2" style="line-height: 150%;"><span style="color: windowtext; font-family: "Times New Roman","serif"; font-weight: normal;"><o:p> </o:p></span></p>
<p align="center" class="MsoBodyText2" style="line-height: 150%; text-align: center;"><span style="color: windowtext; mso-bidi-font-weight: normal;"><o:p> </o:p></span></p>RAFAEL NOVOA BLANCOhttp://www.blogger.com/profile/07549130957524805559noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8651537052021469607.post-64855898763629694062020-08-30T09:22:00.000+02:002020-08-30T13:07:37.495+02:00<p> </p><p align="center" class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-align: center;"><span lang="ES-TRAD" style="color: windowtext; font-family: "Arial","sans-serif"; font-weight: normal;"><o:p> </o:p></span></p>
<p align="center" class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-align: center;"><span lang="ES-TRAD" style="color: windowtext; font-family: "Arial","sans-serif"; font-weight: normal;"><o:p> </o:p></span></p>
<p align="center" class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-align: center;"><span lang="ES-TRAD" style="color: windowtext; font-family: "Arial","sans-serif"; font-weight: normal;">CORAZÓN DE NIEVE<o:p></o:p></span></p>
<p align="center" class="MsoBodyText2" style="line-height: 150%; text-align: center;"><span style="color: windowtext; font-weight: normal;"><o:p> </o:p></span></p>
<p align="center" class="MsoBodyText2" style="line-height: 150%; text-align: center;"><span style="color: windowtext; font-weight: normal;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoBodyText2" style="line-height: 150%;"><span style="color: windowtext; font-weight: normal;"> Todos los
días pasaba aquella muchacha por su vera, con un grupo de amigas, hablando y
riendo; pero él solo la veía a ella: la melena de ébano, como los ojos, las
mejillas arrebatadas por el frío invernal. Viéndola, el muñeco de nieve
recordaba aquel día de Navidad que amaneció el pueblo bajo un manto blanco, y la
muchacha y sus amigas moldearon su cuerpo, entre bromas y risas. Pero ella y
solo ella le había puesto los dos botones en la cara, por eso fue a la primera
persona que vio; y tan cerca estaba de él, que el aliento vaporizado de la
muchacha llenó de menta su nariz de zanahoria. Desde aquel día, su figura
amorfa, tocada con un gorro de paja y enseñoreada con una pipa de plástico,
únicamente existía para verla pasar. Él sabía que su amor duraría tanto como el
invierno, no más. Por eso era intenso y sublime. Le hubiera gustado estar más
al norte, donde los inviernos duran diez meses. Pero también deseaba, con
audacia suicida, que aquel manto repujado y grisáceo que cubría el cielo se
rasgara para dar paso a su mayor enemigo, el sol, que lo licuaría deformando su
cuerpo, y así sentir de nuevo las manos templadas de su amada moldeándolo,
cubriéndolo de caricias, bañándolo con la luz de sus ojos y su aliento de
menta. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoBodyText2" style="line-height: 150%; text-indent: 35.4pt;"><span style="color: windowtext; font-weight: normal;">Y tal era su amor, que un día, al
ver a la muchacha a lo lejos, acercándose lentamente con la melena al viento y
aquella cadencia en el andar, se formó en su pecho una piedra de hielo del
tamaño de un puño, que enrojeció al cobrar temperatura, derritiendo de pasión
su cuerpo iridiscente. La gente se arremolinó a su alrededor para contemplar
aquel fenómeno tan singular. Y cuando la muchacha logró abrirse paso, solo vio
el sombrero de paja en el suelo, el resto se lo había tragado la alcantarilla.<o:p></o:p></span></p>RAFAEL NOVOA BLANCOhttp://www.blogger.com/profile/07549130957524805559noreply@blogger.com0